¿Existe una intensidad óptima para quemar grasa?
Si alguna vez has observado bien ciertas máquinas de tipo cardiovascular, como las elípticas o las caminadoras, habrás notado que hay un pequeño gráfico con dibujitos de corazones y distintas intensidades en las cuales trabajar, todas con un objetivo distinto.
Algo Así:
La mayoría toma esto como las pautas básicas para quemar grasa:
“si trabajo en esa intensidad, estaré quemando más grasa que en cualquier otra intensidad.”
Así pues, muchos optarían por ubicar sus manos en los sensores de la máquina, observar cuantos latidos por minuto están teniendo, y seguir las recomendaciones de las gráficas. Y aunque esto definitivamente no trae ninguna consecuencia negativa, no es la forma óptima de de realizar el trabajo cardiovascular. Me explico; Para poder entenderlo, tenemos que aclarar dos puntos.
- El cuerpo humano tiene distintos tipos de fibras que tienen una preferencia por los distintos sistemas energéticos. En palabras simples, algunas fibras funcionan mejor con grasa y otras funcionan mejor con glucosa (proveniente de los carbohidratos).
- Para utilizar la grasa como energía se requiere oxígeno, ya que es un proceso lento pero continuo.
Así pues, juntemos las piezas.
Al trabajar en la “zona de quema de grasa” estamos utilizando primordialmente las fibras que utilizan predominantemente la grasa como energía y, además, estamos trabajando a una intensidad que permite el ingreso constante de oxígeno al organismo. Si aumentamos la intensidad y nos salimos de esta zona “mágica,” nuestro cuerpo utilizará los carbohidratos como energía puesto que no va a tener el mismo suministro de oxígeno (y el cuerpo puede crear energía de los carbohidratos sin necesidad de oxígeno).
Pero ¿Y entonces? “No le veo nada de malo” sería el primer pensamiento de muchos. Y sí, no tiene nada de malo, sólo que tenemos que ver la película de forma más global. Es cierto que en esta zona se está utilizando la grasa como fuente principal de energía, pero también es cierto que, a una intensidad tan baja de entrenamiento, las calorías totales gastadas son muy pocas. Metámosle algo de matemáticas al asunto.
Supongamos que después de media hora de caminadora a una intensidad baja, más o menos 55 a 70% de la frecuencia cardiaca máxima, se queman un total de 150 calorías, de las cuales 70 vienen de la grasa. Si hacemos la misma cantidad de ejercicio a una intensidad superior, más o menos 80% de la FCM, se queman 200 calorías, de las cuales 80 provienen de la grasa. Entonces, a pesar de que a una intensidad baja utilizamos la grasa como sustrato principal, sigue siendo menor la cantidad de grasa utilizada si lo comparamos con el total.
Si las matemáticas no son de tu interés, entonces resumámoslo así: si una persona quiere bajar de peso, las calorías totales son mucho más importantes, a la larga, que la zona de quema de grasa.
¿Quiere decir esto, entonces, que toda actividad cardiovascular debería ser realizada a máxima intensidad? Por supuesto que no. Sencillamente, como en todo, debe utilizarse de forma correcta.
Para la mayoría, alternar entre cardio de baja intensidad y alta intensidad es una buena idea, puesto que permite obtener los distintos beneficios que cada uno ofrece.